jueves, 27 de julio de 2017

VIRGEN MARÍA EL PRIMER SAGRARIO EN LA TIERRA

LA  VIRGEN MARÍA  EL PRIMER SAGRARIO EN LA TIERRA
Y LA PRIMERA EN  ACOMPAÑAR A JESÚS EN LA CRUZ






  piropos que los santos regalaron a la Virgen

Los santos, a lo largo de la historia, han escrito numerosas prosas dedicadas a la belleza de la Virgen María. Piropos como "Estrella de la mañana", "Rosa mística", "Consuelo de los afligidos", "Puerta del Cielo" son repetidos a diario por los cristianos del mundo entero para honrar a la Reina del Cielo.



  San Luis de Monfort: "María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús."
Madre Teresa de Calcuta: "A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él."
  San Ignacio de Loyola: "Por mucho que ames a María Santísima. Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú."
  San Juan Vianney: "Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería más bello si en él faltara María."
San Juan Bosco: "Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado."


Beato Romero: "María hace más simpático, más bello, más atrayente a Cristo".


    martes, 25 de julio de 2017

    DOCE PROMESAS AL SAGRADO CORAZON

    LAS DOCE PROMESAS DEL SAGRADO CORAZON

    .1 A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.

    2. Daré la paz a las familias.

    3. Las consolaré en todas sus aflicciones.

    4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte.

    5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.

    6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.

    7. Las almas tibias se harán fervorosas.

    8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.

    9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.

    10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos.

    11.Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.

    12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.



     

     


     


    ORACION DE LA DIVINA CABEZA


    Oh, Voluntad Divina que siempre estuviste en humilde sujeción a tu Padre Celestial, que controlas todas las cosas, que gobiernas todos los afectos y movimientos del Sagrado Corazón de Dios hecho hombre, ayúdame.
    Oh Entendimiento, que sabes todas las cosas, guíame siempre con tu luz.
    hombre, ayúdame.
    O Memoria, en la que el pasado, el presente y el futuro son reflejados a la vez, que siempre te acuerdes de mí, y siempre me des nuevos medios para dar nuevos favores, que me obliguen a amarte cada vez más.
    Amen.



    viernes, 21 de julio de 2017

    SAN JUAN EL DISCÍPULO AMADO

    SAN JUAN EL EVANGELISTA, APÓSTOL
    Hijo del Zebedeo, hermano del Apóstol Santiago.
     "El Señor ha dado su gracia"
    El discípulo amado
    SAN JUAN el Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo amado de Jesús" y a quien a menudo le llaman "el divino" (es decir, el "Teólogo") sobre todo entre los griegos y en Inglaterra, era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador.
    Junto con su hermano Santiago, se hallaba Juan remendando las redes a la orilla del lago de Galilea, cuando Jesús, que acababa de llamar a su servicio a Pedro y a Andrés, los llamó también a ellos para que fuesen sus Apóstoles. El propio Jesucristo les puso a Juan y a Santiago el sobrenombre de Boanerges, o sea "hijos del trueno" (Lucas 9, 54), aunque no está aclarado si lo hizo como una recomendación o bien a causa de la violencia de su temperamento.
    Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Es el único de los Apóstoles que no murió martirizado.


    En el Evangelio que escribió se refiere a sí mismo, como "el discípulo a quien Jesús amaba", y es evidente que era de los mas íntimos de Jesús. El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y Santiago, en el momento de Su transfiguración, así como durante Su agonía en el Huerto de los Olivos. En muchas otras ocasiones, Jesús demostró a Juan su predilección o su afecto especial. Por consiguiente, nada tiene de extraño desde el punto de vista humano, que la esposa de Zebedeo pidiese al Señor que sus dos hijos llegasen a sentarse junto a Él, uno a la derecha y el otro a la izquierda, en Su Reino.
    Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y fue a Juan a quien el Maestro indicó, no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del discípulo que habría de traicionarle. Es creencia general la de que era Juan aquel "otro discípulo" que entró con Jesús ante el tribunal de Caifás, mientras Pedro se quedaba afuera. Juan fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor. "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre", le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a todos hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre todos los hijos adoptivos de la Virgen María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.
    algo Jesús le llamaba "hijo del trueno". Quizás antes para mal, peroGran testigo de la Gloria del Maestro
    Cuando María Magdalena trajo la noticia de que el sepulcro de Cristo se hallaba abierto y vacío, Pedro y Juan acudieron inmediatamente y Juan, que era el más joven y el que corría más de prisa, llegó primero. Sin embargo, esperó a que llegase San Pedro y los dos juntos se acercaron al sepulcro y los dos "vieron y creyeron" que Jesús había resucitado.

    A los pocos días, Jesús se les apareció por tercera vez, a orillas del lago de Galilea, y vino a su encuentro caminando por la playa. Fue entonces cuando interrogó a San Pedro sobre la sinceridad de su amor, le puso al frente de Su Iglesia y le vaticinó su martirio. San Pedro, al caer en la cuenta de que San Juan se hallaba detrás de él, preguntó a su Maestro sobre el futuro de su compañero:

    «Señor, y éste, ¿qué?» (Jn 21,21)
    Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.» (Jn 21,22) 

    Debido a aquella respuesta, no es sorprendente que entre los hermanos corriese el rumor de que Juan no iba a morir, un rumor que el mismo Juan se encargó de desmentir al indicar que el Señor nunca dijo: "No morirá". (Jn 21,23).
    Después de la Ascensión de Jesucristo, volvemos a encontrarnos con Pedro y Juan que subían juntos al templo y, antes de entrar, curaron milagrosamente a un tullido. Los dos fueron hechos prisioneros, pero se les dejó en libertad con la orden de que se abstuviesen de predicar en nombre de Cristo, a lo que Pedro y Juan respondieron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
    (Hechos 4:19-20)
    Después, los Apóstoles fueron enviados a confirmar a los fieles que el diácono Felipe había convertido en Samaria. Cuando San Pablo fue a Jerusalén tras de su conversión se dirigió a aquellos que "parecían ser los pilares" de la Iglesia, es decir a Santiago, Pedro y Juan, quienes confirmaron su misión entre los gentiles y fue por entonces cuando San Juan asistió al primer Concilio de Apóstoles en Jerusalén. Tal vez concluido éste, San Juan partió de Palestina para viajar al Asia Menor.

    Efeso


    San Ireneo, Padre de la Iglesia, quien fue discípulo de San Policarpo, quién a su vez fue discípulo de San Juan, es una segura fuente de información sobre el Apóstol.  San Ireneo afirma que este se estableció en Efeso después del martirio de San Pedro y San Pablo, pero es imposible determinar la época precisa. De acuerdo con la Tradición, durante el reinado de Domiciano, San Juan fue llevado a Roma, donde quedó milagrosamente frustrado un intento para quitarle la vida. La misma tradición afirma que posteriormente fue desterrado a la isla de Patmos, donde recibió las revelaciones celestiales que escribió en su libro del Apocalipsis.

    Maravillosas revelaciones celestiales
    Después de la muerte de Domiciano, en el año 96, San Juan pudo regresar a Efeso, y es creencia general que fue entonces cuando escribió su Evangelio. El mismo nos revela el objetivo que tenía presente al escribirlo. "Todas estas cosas las escribo para que podáis creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para que, al creer, tengáis la vida en Su nombre". Su Evangelio tiene un carácter enteramente distinto al de los otros tres y es una obra teológica tan sublime que, como dice Teodoreto, "está más allá del entendimiento humano el llegar a profundizarlo y comprenderlo enteramente". La elevación de su espíritu y de su estilo y lenguaje, está debidamente representada por el águila que es el símbolo de San Juan el Evangelista. También escribió el Apóstol tres epístolas: a la primera se le llama Católica, ya que está dirigida a todos los otros cristianos, particularmente a los que él convirtió, a quienes insta a la pureza y santidad de vida y a la precaución contra las artimañas de los seductores. Las otras dos son breves y están dirigidas a determinadas personas: una probablemente a la Iglesia local, y la otra a un tal Gayo, un comedido instructor de cristianos. A lo largo de todos sus escritos, impera el mismo inimitable espíritu de caridad. No es éste el lugar para hacer referencias a las objeciones que se han hecho a la afirmación de que San Juan sea el autor del cuarto Evangelio.
    Predicando la Verdad y el amor
    Los más antiguos escritores hablan de la decidida oposición de San Juan a las herejías de los ebionitas y a los seguidores del gnóstico Cerinto. En cierta ocasión, según San Ireneo, cuando Juan iba a los baños públicos, se enteró de que Cerinto estaba en ellos y entonces se devolvió y comentó con algunos amigos que le acompañaban: "¡Vámonos hermanos y a toda prisa, no sea que los baños en donde está Cerinto, el enemigo de la verdad, caigan sobre su cabeza y nos aplasten!".


    Dice San Ireneo que fue informado de este incidente por el propio San Policarpio el discípulo personal de San Juan. Por su parte, Clemente de Alejandría relata que en cierta ciudad cuyo nombre omite, San Juan vio a un apuesto joven en la congregación y, con el íntimo sentimiento de que mucho de bueno podría sacarse de él, lo llevó a presentar al obispo a quien él mismo había consagrado. "En presencia de Cristo y ante esta congregación, recomiendo este joven a tus cuidados". De acuerdo con las recomendaciones de San Juan, el joven se hospedó en la casa del obispo, quien le dio instrucciones, le mantuvo dentro de la disciplina y a la larga lo bautizó y lo confirmó. Pero desde entonces, las atenciones del obispo se enfriaron, el neófito frecuentó las malas compañías y acabó por convertirse en un asaltante de caminos. Transcurrió algún tiempo, y San Juan volvió a aquella ciudad y pidió al obispo: "Devuélveme ahora el cargo que Jesucristo y yo encomendamos a tus cuidados en presencia de tu iglesia". El obispo se sorprendió creyendo que se trataba de algún dinero que se le había confiado, pero San Juan explicó que se refería al joven que le había presentado y entonces el obispo exclamó: "¡Pobre joven! Ha muerto". "¿De qué murió, preguntó San Juan. "Ha muerto para Dios, puesto que es un ladrón" , fue la respuesta. Al oír estas palabras, el anciano Apóstol pidió un caballo y un guía para dirigirse hacia las montañas donde los asaltantes de caminos tenían su guarida. Tan pronto como se adentró por los tortuosos senderos de los montes, los ladrones le rodearon y le apresaron. "¡Para esto he venido!", gritó San Juan. "¡Llevadme con vosotros!" Al llegar a la guarida, el joven renegado reconoció al prisionero y trató de huir, lleno de vergüenza, pero Juan le gritó para detenerle: "¡Muchacho! ¿Por qué huyes de mí, tu padre, un viejo y sin armas? Siempre hay tiempo para el arrepentimiento. Yo responderé por ti ante mi Señor Jesucristo y estoy dispuesto a dar la vida por tu salvación. Es Cristo quien me envía". El joven escuchó estas palabras inmóvil en su sitio; luego bajó la cabeza y, de pronto, se echó a llorar y se acercó a San Juan para implorarle, según dice Clemente de Alejandría, una segunda oportunidad. Por su parte, el Apóstol no quiso abandonar la guarida de los ladrones hasta que el pecador quedó reconciliado con la Iglesia.

    Aquella caridad que inflamaba su alma, deseaba infundirla en los otros de una manera constante y afectuosa. Dice San Jerónimo en sus escritos que, cuando San Juan era ya muy anciano y estaba tan debilitado que no podía predicar al pueblo, se hacía llevar en una silla a las asambleas de los fieles de Efeso y siempre les decía estas mismas palabras: "Hijitos míos, amaos entre vosotros . . ." Alguna vez le preguntaron por qué repetía siempre la frase, respondió San Juan: "Porque ése es el mandamiento del Señor y si lo cumplís ya habréis hecho bastante".
    San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio.
    Según los datos que nos proporcionan San Gregorio de Nissa, el Breviarium sirio de principios del siglo quinto y el Calendario de Cartago, la práctica de celebrar la fiesta de San Juan el Evangelista inmediatamente después de la de San Esteban, es antiquísima. En el texto original del Hieronymianum, (alrededor del año 600 P.C.), la conmemoración parece haber sido anotada de esta manera: "La Asunción de San Juan el Evangelista en Efeso y la ordenación al episcopado de Santo Santiago, el hermano de Nuestro Señor y el primer judío que fue ordenado obispo de Jerusalén por los Apóstoles y que obtuvo la corona del martirio en el tiempo de la Pascua". Era de esperarse que en una nota como la anterior, se mencionaran juntos a Juan y a Santiago, los hijos de Zebedeo; sin embargo, es evidente que el Santiago a quien se hace referencia, es el otro, el hijo de Alfeo.
    La frase "Asunción de San Juan", resulta interesante puesto que se refiere claramente a la última parte de las apócrifas "Actas de San Juan". La errónea creencia de que San Juan, durante los últimos días de su vida en Efeso, desapareció sencillamente, como si hubiese ascendido al cielo en cuerpo y alma puesto que nunca se encontró su cadáver, una idea que surgió sin duda de la afirmación de que aquel discípulo de Cristo "no moriría", tuvo gran difusión aceptación a fines del siglo II. Por otra parte, de acuerdo con los griegos, el lugar de su sepultura en Efeso era bien conocida y aun famosa por los milagro que se obraban allí.

    El "Acta Johannis", que ha llegado hasta nosotros en forma imperfecta y que ha sido condenada a causa de sus tendencias heréticas, por autoridades en la materia tan antiguas como Eusebio, Epifanio, Agustín y Toribio de Astorga, contribuyó grandemente a crear una leyenda. De estas fuentes o, en todo caso, del pseudo Abdías, procede la historia en base a la cual se representa con frecuencia a San Juan con un cáliz y una víbora. Se cuenta que Aristodemus, el sumo sacerdote de Diana en Efeso, lanzó un reto a San Juan para que bebiese de una copa que contenía un líquido envenenado. El Apóstol tomó el veneno sin sufrir daño alguno y, a raíz de aquel milagro, convirtió a muchos, incluso al sumo sacerdote. En ese incidente se funda también sin duda la costumbre popular que prevalece sobre todo en Alemania, de beber la Johannis-Minne, la copa amable o poculum charitatis, con la que se brinda en honor de San Juan. En la ritualia medieval hay numerosas fórmulas para ese brindis y para que, al beber la Johannis-Minne, se evitaran los peligros, se recuperara la salud y se llegara al cielo.
    San Juan es sin duda un hombre de extraordinaria y al mismo tiempo de profundidad mística. Al amarlo tanto, Jesús nos enseña que esta combinación de virtudes debe ser el ideal del hombre, es decir el requisito para un hombre plenamente hombre.  Esto choca contra el modelo de hombre machista que es objeto de falsa adulación en la cultura, un hombre preso de sus instintos bajos. Por eso el arte tiende a representar a San Juan como una persona suave, y, a diferencia de los demás Apóstoles, sin barba.  Es necesario recuperar a San Juan como modelo: El hombre capaz de recostar su cabeza sobre el corazón de Jesús, y precisamente por eso ser valiente para estar al pie de la cruz como ningún otro.   Por  una vez transformado en Cristo, para mayor gloria de Dios.

    NOVENA DE SANTA MARÍA MAGDALENA

    Oración a Santa María Magdalena


    Señor, Dios nuestro, Cristo, tu unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.
    AMEN

    NOVENA A SANTA MARÍA MAGDALENA


    NOVENA EN GLORIAS DE LA MUJER ARREPENTIDA

      LA GLORIOSA SANTA MARÍA MAGDALENA

         PARA ALCANZAR DE DIOS NUESTRO SEÑOR REFORMA

     DE UNA MALA VIDA,


       AUMENTO DE VIRTUDES, Y UNA FELIZ MUERTE.


                                     Comenzar la novena el 13 de Julio y 

    culminar el  21 de Julio víspera de su festividad


    PRACTICA DE LA NOVENA

    Es de suponer, que cualquiera persona para conseguir algún favor del Señor, ha de reconciliarse con su Majestad, mediante una verdadera confesión, de suerte, que imitando a nuestra Santa, han sus devotos de mudarse de toda macula de pecado, dejando verdadera, y totalmente las ocasiones de su ruina.

    Para mayor aumento de gracia, conviene frecuentar la Sacrosanta Eucaristía, según el dictamen del Padre espiritual, siendo comenzada esta devoción, con la Comunión, y acabada del mismo modo.

    El tiempo asignado para emprenderla, es el día trece de Julio, para dar fin el día veinte y uno, víspera de la gloriosa Santa.  Y el Miércoles después de la Dominica cuarta de Cuaresma, para acabarla Jueves de la siguiente semana, víspera de los Dolores, día felicísima Conversión.


    Bien, que en otro cualquier tiempo se podrá hacer, con tal que no haya ocasión de pecado mortal, ni reincidencia en él, que no agrada a la Santa, quien de asiento está en las culpas.




    Cada día se dará un ofrenda a la Santa, según el orden, que abajo pongo, mas con afectos de corazón, que con externos actos, que la den a conocer.



    Entre día, despertara el Alma ansiosa por su amante Dueño el Omnipotente Dios de Cielo, y tierra, algunas aljabas de Jaculatorias, unidas con los continuos suspiros, que exhalaba aquel crecido amor de nuestra Santa.

    Finalmente, ha de solicitas el aumento de la devoción, y afición con nuestra Patrona, que a buen seguro, que todos conocerán en sus aprietos espirituales, y temporales, quien es, para con sus devotos, la Penitente amante, la Valida de Dios, la Amiga fina con los suyos, la gloriosísima Sta. María Magdalena.


    ACTO DE CONTRICIÓN (que se dirá todos los días)

    Puesto de rodillas ante la Imagen de la Santa, se dirá con veras del corazón, juzgándose en el Tribunal de Dios, el siguiente.





    A tus ojos tienes, Altísimo Señor y en tu Sacrosanta presencia a quien más que todo el universo, te ha ofendido: aquí está con el rostro lleno de confusión, y vergüenza; quien no ha sabido darte gusto, desde el instante, que amanecí al uso de la razón, hasta el presente, en que abro los ojos, y conozco, lo errado de los pasos en que he andado, aquí está el Alma, Señor mas desagradecida, que abrasa la tierra entre sus vivientes:  ¿Cómo has sufrido tanta tiranía? ¿Cómo no has levantado tu diestra para destruirme? ¿Qué palabras diré de desagravio a tus justas iras? O ¿Cómo llorara, no comunes lágrimas por las fuentes de mis ojos, si vertiera en amargas corrientes de arrepentimiento cada instante millares de corazones derretidos por ellos? Pero ya estoy Soberano Padre, a tus migajas, como huérfano mendigo de tu mesa, ya no salgo de ti, sin ti mismo, recibe este corazón arrepentido de su mala vida, que no será la vez primera, que así te humanes, ejemplo me da tu amada pecado Magdalena: recibe, Señor en tu amistad, a quien con veras del Alma se retira a ti; que buscas dolor de los pecados, a mí me pesa infinitamente, haberte ofendido  tan sin respecto a tus mismos ojos; yo te doy palabra de no volver al siento de mis pecados, recibe en desagravio de ellos, aquellas arrepentidas cuanto amorosas lágrimas de tu querida, y mi Patrona Magdalena.  Y recibe en hora buena en satisfacción de ellos todo cuanto padeciere hasta mi muerte, la cual confío en la Sangre de tu Hijo, y mi Hermano Jesús, será dichosa, y agradable.  Amén.


    PRIMER DÍA
    Magdalena Gloriosa, que en los primeros pasos de tu juvenil edad abriste los ojos para el golfo arriesgado de la vanidad, acuérdate desde lo eminente de tu celestial habitación, de quien hoy, no con mundanos elogios, sin con fervorosas suplicas, alaba aquel Divino Cazador, que supo prender tu resfriado corazón, con las dulces saetas de sus inspiraciones, atrayendo para si la preciosa Margarita de ti misma, acuérdate, pues Seráfica Penitente, de los que humildemente te rogamos, seas nuestra intercesora en todas nuestras miserias, siendo remedio en todas nuestras necesidades espirituales, y temporales de tus devotos hijos.  Atrae, Santa Gloriosa, con tus suplicas, al gremio de la Iglesia a todos los Infieles, Herejes, Apostatas, Cismáticos, reduce al estado de gracia a los que están en pecado mortal, para que se sigan en la espiritualidad obediencia, con que te dejaste herir del amor de su Majestad Inmensa, y le sirvan amante como tú le fuiste fina.  Amen.

    Se rezan siete Padre nuestros y siete Ave Marías con la siguiente oración
    ¡Ay Dios mío! ¿Quién te amara como tu querida? ¿Quién llorará como tu amadísima Magdalena?

    SEGUNDO DÍA      Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración
    Gloriosa arrepentida, espejo de amantes corazones ya dejaste el mundo por los regalos de tu Dueño verdadero y casi sofocada en la suma confusión  de tus muchas culpas, cerraste los labios, a las voces y abriste puerta franca a las corrientes de tus ojos, para que explicasen ellos, lo que tu amoroso corazón sentía enseñando Maestra verdadera que para amar a Dios más los internos afectos, que la armonía de las voces, son alas que nos llevaban al regazo y sosiego de la gracia; así lo ejecutaste y enseñaste, no te dedignes Magdalena Santa, de continuar con nosotros tus suplicas al Señor, y tus favores a tus devotos, concediéndonos un verdadero dolor de los pecados, y un excesivo amor a Dios, y que refrenando la violencia de la lengua, nos abstengamos de toda culpa y nos aventajemos en alabanzas, y dar gloria a nuestro Señor, que te escogió para la Patria Celestial, Amén.


    Jaculatoria: Dios y Señor mío como vive quien no te ama como hay quien ofenda tal belleza.


    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!

    TERCER DÍA
    Oh Seráfica y amorosa Magdalena, que pasando los límites de tu amor humano, amaste de modo a tu Divino Maestro que mereció lo mucho de tu caridad, fuese el mismo Cristo, Predicador de tus finos amores declarando a voces, eras tú la que si mucho habías pecado, mucho más habías amado.  ¿Quién Magdalena, Señora te enseño tan breve extraordinario amar? No otro que quien te supo querer con tanto extremo, por esta firmeza tuya, te ruego me enciendas en el fuego del divino amor, enseñándome a aborrecer todo lo que da disgusto a tu amo.  Atrae mi corazón un perpetuo agradecimiento a sus beneficios; no olvides Santa Gloriosa los que están fuera del gremio de la Religión Cristiana y en particular a los que humildemente te ruegan y se valen de tu Patrocinio, dando a todos conocimiento del valor de la gracias y de la miseria del pecado mortal, del cual espero, me librará tu intercesión.  Amén

    Jaculatoria: ¿Te perderé mi Dios para siempre? ¿Te gozaré mi bien una eternidad? ¡Ay mi Dios por ti muero!

    Los siete Padre nuestros y Ave María, Oh Bondad sin terminó.


    CUARTO DÍA  Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración
    ¿Oh Fina y fuerte  mujer! Oh querida Magdalena, que después de la tormenta amarga de tu continuo llorar, te guarneciste con el escudo fortísimo de la virtud, de la constancia, siendo perpetua seguidora de tu Soberano Jesús, que en medio de sus Dolores te hallaste presente a sus angustias, no espantándose la fiereza de los enemigos; pues cuando salto el varonil esfuerzo de los Apóstoles, que habían huido, se halló en ti más constante, siendo fiel testigo de la mayor obra, que fue la fineza de la redención, por esta constancia tuya (como el menor de tus devotos) te ruego les alcances de Dios constancia y esfuerzo a los atribulados, perseverancia a los que siguen el camino de la perfección, acierto a los que dirigen almas, ejercicios de virtud y rigurosa ejecución en sus devotos a los de estado religioso.  Finalmente a los Cautivos esfuerzo para que no desmayen en la Fe, para que todos sigamos tus pasos hasta la dichosa Jerusalén.  Amén.

    Jaculatoria: ¡Ay si acertara a darte gusto Señor! ¡Ay Padre, si sabré perseverar en tu servicio! Dame la mano, Señor que soy débil

    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!
    QUINTO DÍA  Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración

    Bendita Magdalena, no tienen mis sentidos todos voces, ni explicaciones, para dar gracias al Señor, que te dotó de tal afecto para con su Majestad; pues no pudo apartar de tu vista la tempestad de trabajos, que padecía, antes olvidada del temor, solo te vestías de la gala del amor porque si había persecuciones, allí te hallabas, había verdugos entre ellos, caminabas valerosa; había armas, por ellas mismas te entrabas; había Cruz, al pie de ella te acercabas a hermosear tu rostro, que guarnecido colas perlas de tus ojos, se salpicaba con los hermosos zafiros de las gotas de Sangre, que del Cuerpo de Jesús manaban, allí estabas sin morir muriendo con tu Dueño; si había sepulcro, a él te arrojabas en busca de Jesús; había tinieblas pues ellas no te horrorizaban; antes si adelantándote a la Aurora, salías a recrearte al Sepulcro del sol que buscabas y aun de los Ángeles no hacia aprecio tu crecido amor, que nada quiere, nada teme, nada le lleva; a quien busca, como tú al lleno de todas las cosas, que es Dios, por este amor tan fino, te suplico, no te apartes de mi corazón; ya entre las fatigas de este mundo; ya entre los dolores de las enfermedades; ya entre las agonías de la muerte; antes si te halles tan presente en mi favor, que merezca, no caer en pecado mortal, y vivir siempre creciendo en las virtudes, y muera confesando al Señor, que me dio tu Patrocinio.  Amén.

    Jaculatoria: ¿Tu conmigo, Dios mío? ¿Y yo por mis pecados tan lejos de ti? A de mi desdichado si te pierdo.


    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!
    SEXTO DÍA  Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración

    Apóstol de los Apóstoles Magdalena gloriosa, que encendida en el fervor y deseo de aumentar la Fe de tu Maestro Jesús, habiendo acompañado a su Santísima Madre el tiempo de sus ejercicios (tan sagrados como de la compañía de tal Reina) después de su dichoso tránsito, fuiste desterrada de los Judíos, y entregada a las saladas olas del mar, para que allí perecieses, y fuiste por voluntad divina al Puerto de Marsella, donde empezó tu ardor a declararse pregonera de la verdad del Evangelio, haciendo prodigiosos milagros; como fue mantener viva a una Princesa, que había muerto de parto, el tiempo de dos años, mostrándole en espíritu los lugares Santos de Jerusalén, y conservando la vida del Infante en la esterilidad de una Isla, y apareciéndote varias veces para el logro de las almas (aun estando viva) no olvides Santa mía, la liberalidad de las benditas manos a tus devotos concediéndonos un ardor al Santo celo y honra de Dios, temor al pecado mortal, la dilatación de la Fe en los Infieles, el aumento de tu devoción y la ayuda de tu favor en todos nuestros trabajos y la perpetua consolación en la Gloria, Amén.

    Jaculatoria: ¿Quién derramara su sangre mi Dios, para atraerte a los que están fuera de tu gremio) ¡Ay mi Jesús! Yo te alabo y confieso por todos ellos

    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!
    SÉPTIMO DÍA  Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración

    Oh Ardentísima Magdalena que escogiste desde los pies de tu Maestro Soberano la mejor parte, que fue la contemplación de los secretos arcanos de Dios y mereciste alcanzarla en punto tan sobremanera alto, que agradó tanto a su Majestad lo perfecto de tu corazón que eras rebatada corporalmente siete veces cada día a gozar de cerca aquellos inexplicables regalos, que cada instante te comunicaban tu soberano Esposo, siendo testigo de tus dichas un devoto Sacerdote, que deseoso de su salvación se retiró a acabar su vida cerca de tu dichosa cueva y dudando de quien era la feliz Alma, que era así llevada de los Ángeles mereció oír de tu propia boca estas palabras: ¿Te acuerdas de haber leído en el Evangelio como una mujer pecador lavó con sus lágrimas los pies de Jesucristo Salvador del mundo y los limpió con sus cabellos y mereció alcanzar perdón de sus pecados? Y respondió el Sacerdote, Bien me acuerdo.  Y dijiste: Yo soy aquella pecadora y van ya treinta años, que me retraje a esta soledad por apartarme de toda conversación humana. Por estos altísimos privilegios, me concedas (te ruego) el don de la Oración y los frutos de ella y especialmente conocimiento de la suma bondad de Dios, mi malicia y bajeza, para que ejercitando en vida sus alabanzas le goce para siempre en su Reino.  Amén.

    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!

    OCTAVO DÍA  Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración
    Oh Magdalena feliz, quien sabrá explicar lo crecido de tu santidad: pues amaste tan de veras a tu amante Dueño, que escogiste para habitación lo tosco de una gruta, en lo más áspero de las soledades, dejando de tus palacios y castillo de Magdalena las comodidades; pero tu inmensa caridad supo robar las caricias de tu Esposo, que regalándote con celestiales recreos; era relicario dichoso la que tosca cueva había sido retrete de las fieras, logrando tus virtudes, sabes de sus Majestad el dichoso día de tu gloriosa muerte, y fue esta tan dulce, que estando elevada más encendida, que el sol acompañada de Angélicos Ministros recibiste de mano de San Máximo el Santísimo Sacramento y llena de inmensa alegría y colmados méritos, diste el Alma Santa a quien la coloco en tu penitente cuerpo, para gozar eternamente aquellas felicidades, que supo granjear tu macerada y austera vida.  Por este gozo, te pido, Santa gloriosa, no olvides mis humildes ruegos, para con el Señor, te duelas de mis fragilidades, y enseñes a dejar las vanidades del mundo y me retire al conocimiento solo del Señor.  Consígueme Protectora mía, la gracia y debida disposición para recibir el Sacrosanto Cuerpo de mi Señor Sacramentado, supliendo con sus merecimientos lo mucho de mi tibieza y finalmente alcanzar de Dios, no muera sin recibir viatico, como tú en tu feliz tránsito, sino que encendida mariposa en el fuego de su amor, sea consumido en sus incendios.  Amén.

    Jaculatoria: ¡Ay mi Dios y lo que me has sufrido! Solo tu paciencia me esperara tanto tiempo.

    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!
    NOVENO DÍA  Hecho el acto de Contrición como ayer, se dirá la siguiente oración
    Ya refugio mío diste fin, sagrada Magdalena al perecedero paso de tu vida, pero con tan singulares virtudes, cuantos fueron los mares de tus ojos y crecidos amores para con tu amado Esposo, ya has descansado de la pesada tarea de la miseria humana llena de tanta virtud y merecido, estas en la dulce compañía de aquel, que supiste servir en dichosa vida, ya están Patrona mía, en cumplimiento tus santos deseos, ya está lleno tu ardiente corazón en la vista del Omnipotente Dios, que llena todas las cosas.  Ya estas dignamente colocada en el elevado trono, que te fabricaste con tus aventajadas.  Ahora sí que es tiempo favorezcas desde tus altas moradas a los que humildemente se te han ofrecido hijos.  Experiencia tiene el mundo de tus favores y de lo mucho que vales para con el Señor.  Díganlo los peligros de que has librado a tus devotos las enfermedades que has sanado, los ciegos que han visto, los casados que han conseguido v el vínculo de la castidad, las conciencias que has sosegado, los que has reducido al estado de la gracia, finalmente, díganlo desde ese Cielo los que han pasado el trance de la muerte, con los alivios y regalos de tu presencia y digámoslo todos los que esperamos el logro de nuestros ruegos, fiados de tu caritativa intercesión, alcanzamos, Santa gloriosa dichosa vida lo que en esta Novena te hemos pedido, es del agrado de Dios, y una feliz muerte con tu protección y presencia.  Amén.

    Jaculatoria: Mi Dios deseo ya gozarte ¿Quién podrá vivir sin ti? ¡Ay de los que te perdieron para siempre! De amores muero por ti; de ira contra mí, que te ofendí y cuanto me pesa de mi mala vida.

    Los siete Padre Nuestro y Ave María y la Oración ¡Oh Bondad sin termino!
    Letanía a Santa María Magdalena  
    Señor, ten piedad de nosotros.  
    Cristo, ten piedad de nosotros.  
    Señor, ten piedad de nosotros.  
    Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.  
    Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.  
    Santa María Magdalena,  
    Tú que llevaste el vaso de alabastro con perfume, ruega por nosotros. 
     Tú que ungiste los pies de Jesús con tus lágrimas, ruega por nosotros.
     Tú que los secaste con tu cabello, ruega por nosotros.
    Tú que los abrazaste ardientemente, ruega por nosotros. 
     Tú a quien muchos pecados le fueron perdonados, ruega por nosotros.
     Tú inflamada con los ardores del amor caritativo, ruega por nosotros.
    Tú muy agradable al Señor, ruega por nosotros.  
    Tú, tan querida por Jesús, ruega por nosotros.  
    Tú que elegiste la mejor parte, ruega por nosotros.  


    Tú que obtuviste la resurrección de tu hermano Lázaro, ruega por   nosotros.
    Tú que te mantuviste fiel a la cruz, ruega por nosotros.  
    Cuando los discípulos huyeron, ruega por nosotros.  
    Tú que fuiste la primera entre los discípulos, escogida  para ver al Cristo resucitado, ruega por nosotros.
     Tú marcada en la frente por el toque de Su mano gloriosa, ruega por nosotros.
     Apóstol de los Apóstoles, ruega por nosotros.
    Protectora del Orden de Predicadores, ruega por nosotros.  Gentil ayudante de los penitentes, ruega por nosotros.
     Para que nos merezcamos compartir un día la alegría de estar en Su presencia eterna, ruega por nosotros.
     Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, perdónanos Señor.
    Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, óyenos Señor.  
    Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo,  ten misericordia de nosotros Señor.
    Ruega por nosotros, Santa María Magdalena, para que seamos dignos  de alcanzar las promesas de Jesucristo.
     Amén.

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